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Así avanza la ‘biofábrica’ de mosquitos estériles que combaten enfermedades en Ecuador

En medio de la ciudad de Quito, sin mayor conocimiento de la población, funciona una “biofábrica de mosquitos” en el Instituto Nacional de Investigación en Salud Pública (INSPI), donde un equipo de 6 personas está desarrollando una innovadora técnica para el control y combate de las enfermedades transmitidas por vectores, específicamente del Aedes Aegypti, como el dengue.

El Centro de Investigación en Enfermedades Infecciosas y Vectoriales (CIREV) es el encargado de desarrollar y demostrar la efectividad de la Técnica del Insecto Estéril (TIE) en Ecuador. Para esto, cuenta con un laboratorio completamente equipado y adecuado para la cría y producción de millones de mosquitos Aedes Aegypti, desde la producción de huevecillos, su transformación a larvas y pupas, hasta que emergen los mosquitos adultos, hembras y machos.

Los mosquitos machos posteriormente son esterilizados mediante radiación, lo cual los vuele “incapaces de reproducirse cuando se aparean con mosquitos hembras silvestres”, es decir, no pueden producir descendencia. Luego son transportados hasta Galápagos para ser liberados y así reducir la población de mosquitos silvestres, ha explicado Varsovia Cevallos, responsable del CIREV.

Cevallos ha indicado que esta técnica es nueva en el país, más no en el mundo, donde tiene más de 60 años de aplicación en la agricultura, principalmente. En salud pública también ha sido probada con éxito y por ello el CIREV ha decido desarrollarla aquí. Sin embargo, el camino no ha sido fácil.

El desarrollo del proyecto no ha sido solo adaptación tecnológica, sino también de desarrollo de todos los protocolos y procesos a nivel local. Ha avanzado progresivamente y gracias a todo el trabajo realizado, actualmente se tiene la capacidad para producir alrededor de 200.000 mosquitos semanales.

Por ello, en este momento el proyecto está en la fase de preparación para el Ensayo de Supresión de Aedes aegypti en la localidad de Bellavista, Isla Santa Cruz en Galápagos. Se planifica iniciar el cuarto trimestre de este 2024, con la liberación de 100.000 mosquitos estériles cada semana por un periodo de un año. En este tiempo también se evaluará la reducción de las poblaciones silvestres del mosquito.

Este proyecto se ejecuta por el CIREV-INSPI en colaboración técnica y científica de la Agencia de Bioseguridad de las Galápagos (ABG), el Departamento de Ciencia Nucleares de la Escuela Politécnica Nacional (EPN), y cofinanciado por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).

¿Cómo funciona esta biofábrica de mosquitos?

Todo el proceso inicia con la colección de mosquitos in sutu, en este caso en Galápagos, porque cada población tiene sus características propias y eso es importante para que la técnica no fracase. Después los individuos son transportados hasta Quito y aquí empieza la crianza y su reproducción.

La biofábrica de mosquitos del CIREV está dividida en varias áreas importantes. EDICIÓN MÉDICA ha realizado un recorrido para conocer de primera mano cómo es su funcionamiento.

El recorrido inició en el área de adecuación de la comida para los mosquitos, donde se preparan los insumos necesarios. Por ejemplo, todos los mosquitos son alimentados con agua azucarada al 10 por ciento, adicional a las hembras se les proporciona sangre equina colocada en unos apósitos desarrollados por el propio CIREV (antes se utilizaba sangre humana), ya que este elemento permite la absorción y producción de huevos.

Posteriormente, se hace secar cada contenedor por alrededor de 8 días; después se hace el barrido con un tamiz de 300 micras; luego se pesa cada muestra para conocer cuántos huevecillos hay aproximadamente en ella, se etiquetan para llevar un mejor registro y se almacenan.

Luego pasamos al área de cría de adultos, donde el especialista Francisco Moreno ha explicado que la temperatura debe estar en 27 grados centígrados y aproximadamente 70 por ciento de humedad relativa (condiciones óptimas para su desarrollo). Aquí, se manejan jaulas de mosquitos divididas por cuatro localidades: Galápagos, localidad de Lita, localidad de Manta y localidad de Esmeraldas.

Las jaulas son de diferentes medidas y dependiendo de la producción pueden contener entre 4.000 y 40.000 mosquitos. En cada una se colocan machos y hembras en proporción de 1 a 1 para mantener un equilibrio. En este contexto, cabe señalar que los días lunes, martes miércoles y viernes son de alimentación; los lunes y viernes se colocan las trampas para que coloque sus huevos.

Después fuimos al área de cría de inmaduros. Aquí, se realizan procesos específicos, como la eclosión sincronizada de los huevos bajo una planificación previa, el conteo de larvas por cada ml (alicuotado), la identificación y diferenciación de las pupas macho y pupas hembras, entre otras.

Para separar las pupas macho y pupas hembras, el técnico Fernando Cajas maneja dos quipos específicos que han sido diseñados y donados por el Organismo Internacional de energía Atómica (OIEA). De esta forma, se identifican a los machos que van a ir a la irradiación y a las hembras que se quedarán en el laboratorio para seguir generando más producción de huevos.

Una vez desarrollados los mosquitos en las jaulas respectivas, los machos son transportados hacia Aloag donde son esterilizados a través de irradiación. Después regresan a la biofábrica para ser marcados con un pigmento especial para diferenciarlos de los silvestres y, tras esto, la ABG los retira y los transporta en una maleta especial hacia Galápagos.

Este es un proceso intenso (cíclico) que iniciamos a baja escala, pero al momento estamos en capacidad de desarrollarlos por cientos y miles”. Además, si se pudiera aumentar la infraestructura y el personal, tranquilamente se podría producir un mayor número de mosquitos para aplicar esta técnica de control en áreas más grandes, ha considera Cevallos.

Actualmente hay una alta tasa de resistencia a los insecticidas, por esa razón el país necesita nuevas técnicas de control. Ante ello, el objetivo del CIREV es generar la evidencia científica de que la técnica TIE funciona para, aspirar, a un cambio en la estrategia de control de los mosquitos “hacia un manejo integrado, utilizando la ciencia y la innovación para proteger la salud de la población de una manera sostenible”, ha agregado.

Cortesía de Edición medica


 

 


 

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